El gobierno de EE.UU. ha impuesto nuevas restricciones a la importación de vehículos que contengan hardware o software de origen chino o ruso, como parte de un esfuerzo por proteger la seguridad nacional. Las nuevas normativas afectan específicamente a los sistemas de conectividad y conducción autónoma de los vehículos, que podrían ser vulnerables a ciberataques o espionaje. La prohibición también requiere que los fabricantes presenten informes detallados sobre los componentes tecnológicos en sus vehículos, ofreciendo más transparencia en el proceso de producción.
Estas medidas refuerzan las tensiones tecnológicas entre EE.UU., China y Rusia, en un contexto de creciente preocupación por la seguridad cibernética. El plan, que se implementará en fases hasta 2029, busca reducir la dependencia de tecnología extranjera en sectores críticos, además de prevenir posibles infiltraciones en las infraestructuras digitales de los Estados Unidos. Este paso sigue otras acciones, como la restricción de aplicaciones chinas y la retirada de tecnologías rusas del mercado estadounidense.