Autor: José Luis Vega Quintero.
Introducción.
El ser humano se caracteriza, entre otras cosas, por su capacidad para razonar su pensamiento y acciones. Casi de forma automática e instintiva materializamos ideas, argumentamos o interactuamos con nuestro entorno. Pero, ¿alguna vez os habéis parado a pensar en qué hay detrás de todo ese proceso mental que permite que realicemos asociaciones o tareas complejas?
Las personas somos seres sociales, lo que nos lleva a observar que todo lo que ocurre en nuestro entorno afecta a nuestras formas de pensar y actuar. Por ejemplo, nuestras relaciones, experiencias, aprendizaje, etc, condicionan nuestro desarrollo cognitivo, el cual irá tomando una determinada tendencia a cada momento. Como en todo aprendizaje, nuestra mente desarrolla mecanismos relacionales que permitan simplificar las conexiones que acaben formando un pensamiento concreto o realizando una determinada acción. Esa automatización mental permite que cada vez relacionemos más rápido pero, esas construcciones ¿son fiables y certeras?, ¿o corren el riesgo de llevarnos por ideas sesgadas que puedan derivar en malas decisiones o interpretaciones? A continuación nos centraremos en esa segunda pregunta, y en cómo los sesgos cognitivos afectan a nuestro proceso mental.
¿Qué son los sesgos cognitivos?
Tenemos la tendencia de creer que nuestras acciones y forma de pensar se mueven por patrones lógicos y racionales. Pero lo cierto es que conforme nos desarrollamos, a través de nuestro aprendizaje, y vivencias, tendemos a tomar atajos (en la mayoría de ocasiones de forma inconsciente) para asociar percepciones o realizar juicios rápidos que suelen condicionar nuestro modo de pensar y actuar. Estos atajos es lo que, en psicología, se conoce como sesgos cognitivos.
El concepto de sesgo cognitivo es introducido en 1972 por Daniel Kahneman y Amos Tversky, tras observar la imposibilidad que presentaban las personas para razonar intuitivamente con órdenes de gran magnitud, desembocando habitualmente en malas decisiones.
Entonces, ¿son negativos los sesgos cognitivos para mi toma de decisiones?
No necesariamente. Estos atajos en la forma de construir nuestro conocimiento pueden llevarnos a juicios de valor o percepciones erróneas, pero con un debido autoconocimiento, e intentando ser conscientes de cómo nos influyen algunos sesgos a nivel personal, podemos dar respuestas acertadas a situaciones complejas o ser conscientes de cómo corregir nuestra forma de pensar en diferentes ocasiones.
¿Cómo se generan los sesgos cognitivos?
Antes de nada hay que mencionar que no surgen por un motivo concreto. Las personas somos animales sociales, por ende, el entorno en el que nos desarrollamos, las personas o grupos con los que interactuamos, o incluso las experiencias personales vividas, junto con las enseñanzas culturales que se nos transmitan, moldean en un sentido u otro nuestro mecanismo de generación de pensamiento. Creándose nuevos atajos conforme se presenten diferentes situaciones que asociemos como semejantes a otras ya vividas o interiorizadas anteriormente.
Algunos sesgos cognitivos que pueden afectarnos.
Existen multitud de sesgos cognitivos catalogados, de hecho, conforme más profundizamos en el estudio de los mismos, se descubren nuevos sesgos, o variantes de los ya descritos.
A continuación haremos mención de algunos relevantes, y posibles formas de cómo lidiar con ellos:
Tener la razón: En no pocas ocasiones podemos observar personas que sienten estar en posesión de la verdad absoluta, sin que se cuestionen posibles razonamientos que puedan desmentir su idea, llegando incluso a adoptar una posición de férrea defensa y bloqueo de cualquier argumento diferente.
Aunque puede parecer fácil encontrar una solución a este sesgo, que puede sortearse practicando la autocrítica e interiorizando sobre nuestro posible error por diferentes motivos, suele ser uno de los más difíciles de controlar, sobre todo en casos en los que creemos tener una posición de conocimiento profundo en una materia, o incluso casos de pensamiento radicalizado.
Sesgo de retrospectiva: Sucede, por ejemplo, cuando se nos plantea una duda con varias opciones de respuesta. En un principio no sabemos cuál es la mejor opción, pero tras leer sobre una de ellas, o nos la indican, automáticamente cobra todo el sentido del mundo y la vemos como fácil y evidente, como si el hecho de la ayuda recibida no hubiese influido.
Es muy habitual en perfiles que se enfrentan continuamente a decisiones importantes, y requieren de asesoramiento externo para enfrentarlas, como puede ser, por ejemplo, el caso de directivos que requieren asesoramiento para la toma de decisiones. Ayudaría realizar introspección, aceptando que no podemos saberlo todo, y que la investigación personal o el apoyo externo pueden ser vitales en nuestro día a día.
Efecto de espectador: Se da cuando ocurre un suceso en nuestro entorno. Según este sesgo, a mayor número de sujetos en el entorno, menor es la probabilidad de que intervengamos activamente, esperando que otra persona tome un rol protagonista.
Se da habitualmente en situaciones que percibimos como negativas. Por ejemplo, es habitual ver cómo en una clase, ante una pregunta al aire del profesor, suele acompañarse de un silencio incómodo, mientras los alumnos esperan a que otra persona responda. Es un efecto, a su vez, muy habitual en situaciones de emergencia.
Quizás una forma de enfrentarlo sea la práctica de la autoconfianza, así como tener un buen conocimiento de cómo afrontar la situación presentada.
Pensamiento grupal: Cuando en un determinado grupo existe una línea de pensamiento marcada, es difícil ir contra dicha línea de pensamiento, se persigue la sensación de pertenencia grupal, en unión con la evitabilidad de situaciones de conflicto.
Por ejemplo, al igual que en el primer sesgo presentado, se puede ver muy marcado en grupos radicalizados donde, aunque presencies una injusticia, se evita el pronunciamiento para no destacar negativamente ante los demás, sobre todo por la creencia de que el resto del grupo no percibe la misma sensación de injusticia, o simplemente se actúa por impulso grupal.
La introspección y el desarrollo de la autoconfianza son las mejores armas para contrarrestar este tipo de sesgo.
¿Cómo pueden afectar los sesgos cognitivos en el ámbito de la Inteligencia?
La Inteligencia, como producto, se centra en obtener información útil y contrastable, para que pueda ser analizada, sintetizada y plasmada en un informe, cuya finalidad es la de contribuir a facilitar una toma de decisiones de la persona que lo requiriere.
Como se puede vislumbrar del párrafo anterior, existen múltiples personas implicadas en el proceso desde su origen, hasta su retorno final al cliente que lo requiere.
Estos sesgos pueden aparecer, por ejemplo, desde el propio inicio del proceso, donde el cliente realiza un requerimiento, que puede llegar mal planteado, o sesgado, a las personas encargadas de obtener la información.
Del mismo modo, pueden condicionar que la información captada sea parcial, de escasa utilidad real, o incluso falsa debido a una observación o análisis sesgados, aún sin mala intención.
Si un redactor plasma la información, a presentarle al consumidor final de Inteligencia, de forma sesgada, puede provocar que el informe sea inconsistente, parcial, o incluso dirija al decisor a tomar una decisión diferente a la que tomaría con la información completa. No obstante, esta decisión no tiene por qué verse afectada por un mal informe, si no que la interpretación del consumidor final también afectará.
Por todo esto, y ante la inevitabilidad de vivir en constante exposición a los sesgos cognitivos, el mejor recurso para enfrentarlos es conocerse a uno mismo y controlar esas tendencias que pueden desviar nuestro pensamiento de lo requerido.
Conclusiones.
Como hemos visto, los sesgos pueden estar en cualquier circunstancia de nuestro día a día. Sólo se han referenciado 4, pero existen muchos más. Y su característica principal es que suelen pasar desapercibidos para nosotros, pues suelen sucederse de forma inconsciente en nuestro pensamiento. Por sí mismos no tienen por qué ser algo negativo, pero sí es cierto que debemos conocernos y saber cómo nos pueden afectar para poder desarrollar una mejor versión de nosotros. Y, si no mejor, al menos aquella que queremos ser.