En los últimos años el término ransomware, ha dejado de ser algo exclusivo de expertos en informática, para convertirse en una palabra que preocupa a empresas, gobiernos e incluso a usuarios comunes. En este sentido, podemos destacar que los ataques de ransomware han crecido en número, complejidad y daño potencial, afectando desde pequeños negocios hasta hospitales o sistemas públicos enteros.
Pero... ¿qué es exactamente el ransomware? ¿cómo ha evolucionado esta amenaza? y sobre todo, ¿qué podemos hacer para prevenirla? En este artículo, te lo explicamos de manera clara y sencilla.
¿Qué es el ransomware y cómo funciona?
El ransomware es un tipo de malware, es decir, un programa malicioso, que bloquea el acceso a los archivos de un dispositivo mediante un proceso de cifrado. Asimismo, una vez que se infecta el equipo, el usuario ve un mensaje informando que sus datos han sido secuestrados, y que solo los podrá recuperar si paga un rescate.
El objetivo de los atacantes no es robar la información, sino hacerla inaccesible y extorsionar a la víctima para obtener un beneficio económico. Este tipo de ataque es especialmente grave porque, a diferencia de otros virus que pueden ser molestos o espías, el ransomware puede dejar completamente inoperativo un equipo, una red o toda una organización.
De los disquetes a los ataques globales
Nos puede parecer un concepto que suene a actualidad a algo moderno, pero el ransomware no es algo nuevo. Históricamente, podemos situar el primer caso conocido en 1989. Se trataba del llamado AIDS Trojan, un virus que se distribuía en disquetes enviados por correo, y su creador exigía el pago del rescate por vía postal. En esta perspectiva, resulta casi cómico comparado con lo que vendría después, pero ahí tenemos su comienzo.
Posteriormente, durante los años 2000, los cibercriminales comenzaron a usar el correo electrónico y los archivos adjuntos como medio de infección. Con respecto a esto, un punto de inflexión muy importante se produjo en 2013, cuando apareció CryptoLocker, un ransomware que se volvió popular por exigir pagos en Bitcoin, una moneda digital difícil de rastrear.
Más tarde, en el año 2017, se produjeron dos ataques a gran escala conmocionaron al mundo. como fueron WannaCry y NotPetya. El primero paralizó los sistemas de los hospitales en el Reino Unido, produciendo una situación de crisis sanitaria. Por otro lado, el segundo afectó a grandes compañías y entidades gubernamentales. Tras la aparición de estos sucesos, el ransomware dejó de ser una molestia para convertirse en un arma digital poderosa, capaz de generar millones de euros en pérdidas.
Hoy en día los ataques son más dirigidos, en lugar de enviar correos masivos, los atacantes buscan objetivos específicos, como empresas, instituciones sanitarias o municipios, donde saben que hay más posibilidades de recibir un rescate económico cuantioso.
¿Por qué el ransomware sigue funcionando?
El éxito del ransomware se debe a una mezcla de la tecnología y de la psicología. Desde el punto de vista técnico, los algoritmos de cifrado que utilizan los atacantes son tan avanzados que, una vez activados, resulta casi imposible recuperar los archivos sin la clave correspondiente.
Desde el punto de vista humano, los atacantes se aprovechan del miedo y la urgencia. Si una empresa no puede operar, si un hospital no puede acceder a sus historiales médicos, o si alguien pierde las fotos de toda una vida, es comprensible que muchas víctimas opten por pagar, aunque no siempre recuperen sus archivos.

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Además, el ransomware ha evolucionado con las condiciones del mundo moderno, sobre todo con el auge del teletrabajo, el uso de redes poco seguras y la falta de formación en ciberseguridad. En consecuencia, estos son los principales factores que han favorecido su éxito y propagación.
¿Cómo podemos protegernos?
No podemos asegurar que alguien esté a salvo completamente, pero hay muchas medidas que pueden reducir drásticamente el riesgo de sufrir un ataque de ransomware, una de las más importantes es la realización periódica de copias de seguridad. En este sentido, cabe reseñar que guardar nuestros archivos importantes en un disco externo o en la nube y desconectarlos del equipo principal nos permite recuperar la información sin tener que pagar un rescate. Además, es importante mantener el sistema operativo, los programas y el antivirus actualizados. En ocasiones, algunos ataques se aprovechan de los fallos de seguridad que ya han sido corregidos, pero que siguen abiertos en dispositivos no actualizados.
Por otro lado, hay un aspecto fundamental es el sentido común digital, la mayoría de las infecciones por ransomware empiezan con un simple clic en un correo electrónico sospechoso. Por este motivo, es conviene ser precavidos, no abrir enlaces ni descargar archivos de remitentes desconocidos, y estar atentos a mensajes que parezcan urgentes o alarmantes sin razón clara. En el ámbito empresarial, la educación es vital ya que todos los miembros del equipo deben entender los riesgos y actuar con responsabilidad. Un solo descuido, aunque sea de un trabajador individual, puede comprometer toda la red de la organización.
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¿Y si ya me atacaron?
Si has sido víctima de un ataque de ransomware, lo primero es mantener la calma. Es importante desconectar el equipo de la red para evitar que el virus se propague, y no pagar el rescate sin consultar con experto, ya que no hay garantía de que vayas a recuperar tus archivos y estarías financiando actividades criminales.
Si te encuentras en esta situación, lo ideal es consultar con profesionales de ciberseguridad, que pueden analizar el tipo de ransomware y ayudarte a tomar la mejor decisión. También es más que recomendable el denunciar el ciberataque ante las autoridades competentes.
El ransomware ha pasado de ser una rareza digital a convertirse en una amenaza cotidiana. Podemos resaltar que su evolución ha sido rápida y su impacto de enormes consecuencias. Sin embargo, la prevención está en nuestras manos, con buenas prácticas, información actualizada y precaución, podemos proteger nuestra información y evitar ser parte de las estadísticas.
La ciberseguridad no es solo cosa de técnicos, es un asunto de toda la sociedad.
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